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La Desconexión de Chicharito, Adán Augusto y Morena

30/07/2025

La fama no te hace intocable. Y la política, menos.

¿Te ha pasado que alguien cambia por completo cuando obtiene fama o poder? Que se siente más atractivo, más sabio, más importante. No por evolución, sino por exceso. Exceso de aplausos. Exceso de poder. Exceso de sentirse superior.

Y entonces ocurre algo común, pero destructivo: la desconexión. Primero con los demás. Después con la realidad. Y al final… consigo mismo.

Esta semana, México ofreció ejemplos claros —y dolorosos— de ese fenómeno, desde ídolos del deporte hasta hombres del poder.


Fama sin conciencia: Chicharito y Urías

Javier “Chicharito” Hernández protagonizó una oleada de críticas tras una serie de declaraciones machistas. No fue un comentario aislado. Fue parte de una narrativa sostenida que parecía buscar provocar, generar conversación o abrir un nuevo personaje. Pero el público lo percibió distinto: como un intento torpe de reinventarse justo cuando su carrera como futbolista entra en retirada.

La neurociencia lo identifica como una fase de sustitución de identidad: cuando el rol social que proporcionaba reconocimiento (ídolo, deportista, líder) se desvanece, el sistema límbico reacciona generando una necesidad urgente de nuevos estímulos de validación. Si esta transición no es acompañada de autoconciencia y propósito, aparece la sobrecompensación, la provocación, incluso la autoexposición errática.

Julio Urías representa otro matiz: el del talento que confundió éxito con impunidad. Las denuncias por violencia doméstica terminaron por expulsarlo del béisbol profesional. Lo que lo destruyó no fue solo la agresión, sino la idea de que su carrera lo volvía intocable. Desde la psicología del poder, esto se explica por la inhibición progresiva de la autocrítica cuando se refuerzan entornos aduladores y hay una disminución de la regulación emocional impulsada por dopamina social constante.

Ambos casos retratan cómo la fama mal entendida, cuando no está sostenida por carácter y autoconciencia, termina alejando a los ídolos de lo que los hizo admirables: su conexión con la gente.

Poder sin realidad: Adán Augusto y Morena

Y si la fama puede desconectar, el poder sin control puede aislar por completo.

Adán Augusto, exsecretario de Gobernación, parecía convencido de que era el sucesor natural del presidente. Se movía como vicepresidente, como heredero, como figura por encima del escrutinio público. Hoy enfrenta acusaciones graves que han afectado aún más su imagen públic dañando incluso a su partido por la vinculación de su ex secretario de seguridad pública con el crimen organizado. Su desconexión fue tanta con el excesode poder que cometió el error de creerse invulnerable.

Desde la neurociencia política, se ha demostrado que el exceso de poder mal gestionado produce una sobreestimulación del núcleo accumbens, afectando el juicio, minimizando la percepción de riesgo y aumentando la ilusión de control absoluto.


Y no es el único. Morena, que llegó con la bandera de la austeridad y el “primero los pobres”, acumula escándalos por bodas suntuosas, viajes en primera clase, hoteles de lujo y privilegios familiares de sus integrantes. La ciudadanía está atenta y no olvida. La narrativa que los hizo ganar puede convertirse en el arma que los haga perder.

Lo que nos enseña esta desconexión

El verdadero peligro no es perder el cargo. Es perder la esencia.

Y eso ocurre cuando alguien deja de preguntarse para qué llegó al lugar en el que está. Cuando cambia de amigos, de discurso, de hábitos… no por evolución, sino por pretensión.

Cinco claves para no perder tu esencia (ni con poder, ni con fama)

1. Rodéate de quien te diga la verdad, no solo lo que quieres oír. La dopamina que genera el aplauso constante puede volvernos adictos a la validación. Necesitamos entornos que fomenten retroalimentación honesta, no solo aprobación.

2. Recuerda de dónde vienes. Y quién eras antes de los aplausos. La memoria autobiográfica es un ancla emocional que ayuda al cerebro a mantener identidad cuando se accede a roles de poder. Volver al origen es un acto de salud mental.

3. Escucha más de lo que hablas. El ego cierra oídos; la conciencia los abre. Diversos estudios en neurociencia han demostrado que la escucha activa reduce niveles de cortisol y mejora la autorregulación emocional.

4. Conserva un ritual personal que te conecte con tu origen: leer, servir, caminar, rezar. Estos hábitos fortalecen la corteza prefrontal, clave en la toma de decisiones éticas y en el control de impulsos.

5. Visualiza que todo esto va a terminar: el cargo, la fama, el reflector. ¿Con qué te vas a quedar? ¿Cómo quieres ser recordado? La proyección mental a largo plazo activa circuitos del cerebro ligados al propósito y amortigua el narcisismo del presente.


Nadie está exento de la desconexión. Todos, en algún momento, podemos confundir reconocimiento con valor personal, o aplauso con amor propio. Pero siempre habrá alguien —una persona, una pregunta, un momento— que nos ayude a aterrizar. A regresar. A no perdernos.

Porque el poder puede durar tres o seis años… pero la desconexión puede durar toda la vida.


Soy Daniel Vázquez Consultor. Ayudo a los políticos a ayudar a la gente.


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